Una construcción a la cual le sucedieron cosas extrañas, comenzó primero que se perdían herramientas de los trabajadores luego se fue presentando tensión en los trabajadores que poco a poco se orillo a una desgracia y muchas muertes. La Casa de los Tubos fue una construcción abandonada que se encuentra en Monterrey, Nuevo León.
Este lugar fue característico por las tragedias que ocurrieron en su interior y que dieron paso a la creación de una tenebrosa leyenda.
Era la década de los setenta, un padre y su única hija habían llegado a Monterrey, Nuevo León, para construir una vida juntos. Poco se sabía de su pasado y de qué los había llevado a ese lugar. Sin embargo, se intuía que sólo se tenían el uno al otro.
Un detalle importante de esta historia es que la niña no tenía movilidad en las piernas. Dependía por completo de su silla de ruedas y de gente que la asistiera. Por tal motivo, su padre decidió hacerle un regalo que definitivamente cambiaría sus vidas.
Quiero que mi hija pueda recorrer la casa con completa libertad le dijo el padre al ingeniero.
-Claro que puede hacerse. De hecho, ya tengo una idea de la que podría ser la casa perfecta para ustedes.
-Fíjese que se me ocurrió que toda la estructura tuviera rampas para que la niña no tenga problemas en ir de un lado al otro.
¿Y cómo sería eso?
-Pues tendría que ser una construcción, tubular. Sería algo así como una casa compuesta por edificios en forma de tubos, Claro que sería grande para que la niña no se aburra y con grandes ventanales que permitan apreciar el hermoso cielo de estas tierras.
-¡Ándele!, ¡eso es lo que necesitamos! Pues no se diga más, hay que empezar cuanto antes. Seguro mi hija se pondrá contenta.
Pasaron semanas y después meses. Poco a poco comenzaba a levantarse la estructura de una gran casa en un terreno baldío. Los trabajadores se quedaban hasta tarde, hasta que la luz del sol los había abandonado por completo. Conforme la construcción avanzaba, la tensión entre los albañiles aumentaba. Cada vez se sentían más incómodos, dentro de ellos nacía un terror inexplicable. De pronto, todo empeoró. Desaparecían herramientas y los trabajadores se culpaban el uno al otro hasta que, un día, comenzaron las desgracias.
Faltaban pocos meses para que la casa quedara terminada. Sin embargo, la convivencia entre los trabajadores no era nada buena, por lo tanto, decidieron hacer una reunión después del trabajo para que superaran sus diferencias. Casi todos terminaron con grandes cantidades de alcohol en la sangre a excepción de uno de ellos: Alberto, el trabajador más serio y reservado.
Al día siguiente, solo tres hombres llegaron temprano al trabajo, entre ellos estaba Alberto. Acordaron que él trabajaría en la parte de arriba mientras los otros dos se encargarían de afinar detalles en el primer piso.
Todo sucedió muy rápido. De hecho, nadie supo exactamente cómo pasó pero de pronto, el par de albañiles escuchó gritos de verdadero terror. Los dos se quedaron paralizados y con el corazón latiéndoles como si quisiera romper la carne y salir corriendo. Reconocieron la voz de Alberto y antes de que pudieran gritar su nombre, escucharon un fuerte golpe contra el concreto.
Alberto yacía muerto sobre el piso y con los ojos terriblemente abiertos, como si hubiera visto al mismísimo diablo. Después de que las autoridades recogieran el cuerpo, no se dijo nada, sólo un temor silencioso y mudo invadía los corazones de quienes ahí laboraban.
Pasó poco tiempo para que la tragedia se repitiera. Mientras trabajaban, otro albañil cayó inexplicablemente por una de las ventanas. Aunque, antes de morir, pronunció una frase que dejó fríos a los presentes: “no quiere que estemos aquí”.
Después de eso, muchos hombres renunciaron por temor. No obstante, la construcción no se detuvo hasta que, el padre, con el fin de mostrarle a su hija el que sería su futuro hogar, la llevó.
De una manera que la lógica no podría explicar, la niña llegó al piso más alto de la casa. Minutos después, mientras su padre la buscaba desesperado, escuchó un ruido estrepitoso como si un gran bulto de metal y carne hubiera caído. Su corazón lo sabía pero no quiso creerlo hasta que sus ojos lo vieron: su pequeña, la única razón de su existencia, estaba muerta.
Nadie quiso volver al lugar. Sólo el padre, con el corazón hecho añicos se embriagaba dentro de la Casa de los Tubos hasta que, no pudo más con el pesar de su alma, se quitó la vida.
A partir de entonces, la construcción se suspendió y fue abandonada. Sin embargo, se rumora que durante más de cuarenta años fue testigo de pactos suicidas, muertes inexplicables y apariciones. Esto sucedió hasta que, en 2016, se vendió y remodelo aquella casa para dar vida a una nueva construcción, poniendo fin así a la leyenda de la Casa de los Tubos.
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